Soñé que te amaba.

Soñé que te amé durante mucho tiempo y que un día me llegó la invitación a tu boda. Con ella venían adjuntas varias tarjetas escritas a modo de cartas, pero nunca las lei.

De pronto estaba contigo y tu futura esposa y tu hija. Era todo hermoso; tu felicidad y mi alegría por ella. Yo no quiero tener hijos, pero sentí una punzada profunda mientras miraba a tu pequeña jugar y reir. Creo que, incluso entonces, deseaba desesperadamente hablar contigo. Hablar de verdad, quiero decir. Profunda y sinceramente, como si fuéramos amigos, como si significara algo para ti, como si alguna vez me hubieras querido.

Esa vez tampoco sucedió, por supuesto.

Soñé que te amaba y que te ibas a casar y que tenias una hija y que tu novia era una buena mujer. Y me dolió tanto que desperté llorando. Incluso mientras pensaba que no era cierto, que yo no te amaba ni tu a mi, el dolor ya se había instalado y yo no podía rehuirle.

Ahora duele más pensar en ti.