Viejo inquilino de mis simas oscuras,
te has tragado el vigor de mis anhelos
y has sometido mi voluntad a tus antojos.
Fue suficiente.
No te permito corroerme más.

Cruel verdugo de mis latidos grises,
márchate ya,
que no seguiré cobijándote.
Estoy harta de tu maligna voracidad
y te destierro para siempre de mi.
Si vuelves, no tendré piedad.
Cuando tus garras  intenten atraparme,
no intentaré escapar.
Pelearemos.
Y si no te venzo…
Mi propia mano clavará el puñal
que me haga libre de ti.

Viejo inquilino de mis simas oscuras,
cruel verdugo de mis latidos grises,
desaparecerás antes de mi hora desconocida,
o seré yo quién marque el final.