QUERIDA
MOCOSA:
¿Sabes que intenté escribir una historia sobre la
tajada de pastel de espinaca que me invitaste hace poco? No, no lo sabes, y probablemente
no te enteres nunca si yo no te lo digo. Bueno, dudo que alguna vez en nuestras
futuras conversaciones, te lo cuente, así que te lo haré de esta manera a ver
si por un repentino (y extraño) interés tuyo en mis letras, te enteres de la
extraña sensación que me invadió ese día.
No es que nunca me hayas invitado nada (tus tortas de
cumpleaños son la prueba) pero siempre hemos sido reservadas en esos aspectos. Las
dos. ¡Y es tan odiosamente irracional! Nos conocemos desde segundo de primaria,
somos amigas desde 4 y ¡ni una sola vez hemos almorzado, cenado, merendado, la
una en casa de la otra! Es más, las únicas dos veces (¿o fue solo una?) que dormí
en tu casa fue todo un acontecimiento. Y por tu parte, siempre dejaste en claro
que a tus papás no les hacía gracia que pasaras la noche en casa ajena. Bien, eso
fue hace varios años, pero estoy segura de que aún ahora nuestros lazos no son
tan estrechos como para compartir algo más que un par de horas de charla anodina
en tu casa o la mía.
Ahora vuelvo a lo del pastel de espinaca. No hay
demasiado que decir, solo que me senti extraña y tontamente conmovida cuando me
mandaste esa ración para que se las hiciera probar a mi mamá y a mi perica. No
me complace decirte esto, pero debo ser absolutamente veraz: Ambas le dieran
una insignificante probadita pero a ninguna de ellas les provocó el platillo
que preparaste así que me lo tuve que comer yo sola. Pero, antes de siquiera
darle un bocado, me la pasé observándolo.
Luego, a medida que lo probaba, me sentía más ligada a ti. Ya había comido una
ración en tu casa, y me había pasado lo mismo aunque en menor intensidad. Sé
que es estúpido, pero así me sentí, no puedo negarlo. Simplemente me invadió la
sensación de que nuestra amistad pasaba de ser solo vínculo social intrascendente.
Perdona, mocosa, pero en el fondo pienso que es así.
Llevamos más de 12 años de “amistad”, pero haciendo un
recuento objetivo de todo ese tiempo y sobretodo del sinfín de situaciones que
hemos vivido juntas, llego a la triste conclusión de que nuestro lazo amical es
bastante superficial. Nos visitamos o llamamos en los cumpleaños, charlamos un
poco de vez en cuando, salimos una que otra vez al año, pasamos un poco de
tiempo juntas, pero muy pocas veces hemos compartido nuestros problemas, sueños,
miedos, tristezas o frustraciones reales. No te conozco, querida mocosa. Sé tu
nombre, tu fecha de nacimiento, tu signo, tu dirección, tu teléfono, el nombre
de tus padres y varias otras cosas; pero no tengo idea de cual es tu color, tu
plato, tu postre favorito. Tampoco sé cuál es tu anhelo más ferviente, ni a qué
le tienes miedo, ni en que momentos te pones nerviosa, ni cual es la historia
de tu familia. Nunca te visto llorar, ni bailar, ni gritar (de rabia), ni reírte
hasta que te duela el estómago. Eres absolutamente hermética con tus
sentimientos. Nunca nos hemos dado un abrazo ni un beso (los acercamientos mecánicos
o por compromiso no cuentan). Eres bastante fría, y yo aunque no lo soy tanto, me
siento ridícula y avergonzada cuando me provoca expresarte mi cariño o abrirte
mi corazón. Pero a pesar de creer que nuestra “amistad” es convencional y roza
la superficialidad, yo te quiero.
Ahora te confesaré confesarte algo. Muchas veces te he
tenido rencor por que en varias ocasiones he sentido que me has decepcionado.
Ya sé, una amiga no es una niñera que anda todo el tiempo pendiente de ti, pero
en ocasiones, cuando esperaba (y quizá necesitaba) cierto interés de tu parte, este
no se manifestaba o si lo hacía, era bastante frívolo. Estoy conciente de que
probablemente tu hayas sentido lo mismo, así que el error (si es que se puede
usar esta palabra) es de ambas. Me gustaría alguna vez escuchar que piensas tú
de todo esto. Sería bueno hacerme una idea de la percepción que tienes de
nosotras, pero tus silencios y tu nula disposición para tocar el tema (quizá esto
para ti ni siquiera sea un tema) no me lo permite. Sé que lo más importante en
tu vida es tu familia, sé que a esas personas nunca las vas a desplazar de la
posición de privilegio que tienen en tu vida y eso es estupendo, lo apoyo, lo
aplaudo, lo imito; pero me encantaría descubrir un día que, en realidad, yo no
resulto ser para ti solo la “amiguita” del colegio con la que más contacto
tienes.
Te mando un abrazo enorme. Y un beso. Me divierte
imaginar lo embarazada que estarías si de verdad te apachurrara y te besara sin
más ni más. Ojalá pronto superemos la
odiosa barrera que no permite que te sienta (y me sientas tu a mi) como una
verdadera amiga. De verdad espero ese momento con ansía.
Para que te salgan un par de ronchas por tanta melosería,
TE QUIERO MOCOSA, y no soy lesbiana por ello.
(la aclaración
va a cuenta de esa vez que me bromeaste así cuando de repente te abracé y te lo
dije).
1 Comentarios
Me encanta está carta muy real porque de seguro muchos(como yo)tenemos una o varias mocosas igual....!!!
ResponderBorrar