Cuando el viento se lleve las hojas de otoño,
me remontaré por los aires
como la ligera brizna
de lo que quedó tras nosotros.

De lo que fuimos.

Quizá entonces pueda decir
lo que callé hasta ahora.
Eso que no querías oir,
y que yo tanto necesitaba gritar.

Puede que en ese instante,
cuando mis palabras se liberen de tus cadenas,
entiendas mi necesidad de lograr que sepas
lo que quieres ignorar.


“Deja que el capricho del viento te arrastre,
por que quizá el conoce el camino
mejor que tú...”


¡No es cierto!
¡Solo conseguirás perdernos!
Odio que no lo comprendas,
pero tienes tus razones para no hacerlo.

Espero que llegue pronto.
Esa ráfaga marcará mi momento.
Tu callarás. Escucharás. Y yo lloraré.
Por que entonces será demasiado tarde.