Cansado de deambular
tanteando caminos
(maldito método del descarte),
con los pies descalzos,
cargando el peso de su única certeza
(la de conservar aún todas sus dudas),
cayó de pronto y esperó el final
imaginando lo maravilloso
que hubiera sido
que llegará el momento,
en que, con loco entusiasmo,
 pudiera gritar:

"¡Por que la busqué con empeño,
la he hallado antes de mi puesta de sol!
Mi anhelo febril satisfecho es, pues
he aquí mi plaza fuerte,
mi espacio seguro,
mi lugar feliz.
¡Escuchad! ¡La he hallado!
¡He aquí la razón!"